lunes, diciembre 31, 2007

Que no decaiga la fiesta



Ellos ya están preparados para entrar en el nuevo año, con sus doce cerebritos listos para las campanadas. ¿Lo estás tú?

viernes, diciembre 21, 2007

Soy Leyenda, de Francis Lawrence



Tener buena caligrafía no te hace buen escritor. Ese es el axioma que debería aplicársele a Francis Lawrence, en su segundo largometraje.

Francis Lawrence demuestra tener buen pulso narrativo, capacidad para crear tensión e imaginación desbordante para desarrollar atmósferas, pero por el camino se deja lo más importante: la esencia.

Constantine, la adaptación del comic Hellblazer, es una película inquietante y bien contada, pero que desposee el personaje de Gaiman de toda su naturaleza marginal. Soy Leyenda es un cuento bien explicado, que destruye el principal valor de la base literaria de Matheson: no hay debate sobre lo bueno y lo malo, lo monstruoso y lo colectivo.

¿Que queda en Soy Leyenda, pues? Un film con tantos aciertos como defectos.

En el capítulo de fallos encontramos:

Falta de respeto por la obra original. Hasta el extremo que ni siquiera el título llega a cuadrar con lo que explica la película. En la novela, Neville es leyenda para los vampiros; en la película, para los humanos.

Maldita extinción, ya no tengo comentarios en el blog.

Demasiado ordenador. He leído por ahí que Lawrence empezó a rodar usando a humanos con prostéticos , pero que los cambió por criaturas generadas por computadora porque no le parecían convincentes. El resultado es deplorable. No solo se notan los efectos digitales (lo que a día de hoy se considera pecado), sino que la concepción vampírica es de pena: gollums calvos de metro ochenta con ropas rasgadas, saltimbanquis silenciosos a medio camino entre zombies y los robots de Yo, Robot (a todas luces, muy superior a esta, aunque también se desviara lo suyo de Asimov). Odio realizar comparaciones entre cine y literatura, porque considero que son dos artes que pueden aportar perspectivas diferentes a una misma historia, pero es una lástima que destrozaran el planteamiento de Matheson de mantener cierto grado de humanidad en los vampiros (Ben Cortman llamando a la puerta de Neville, noche tras noche), para convertirlos en figuras anónimas que obedecen a un vampiro macarra de mandíbulas gigantescas, que solo gruñe y se golpea la cabeza con cristales.

El final. Aproximadamente desde la aparición del Deus Ex Machina. No lo revelaré, pero indigna.

En el de puntos positivos:
Una primera hora magistral, que recuerda a Náufrago de Zemeckis, con Will Smith en plan Hanks en medio de Nueva York. Los planos muy abiertos, la sensación de soledad, la caza de los ciervos desde el coche, los maniquíes vestidos por las calles. El guión de Akiva Goldsman recoge ideas de la kitsch Omega Man y Lawrence las mejora. Hay tensión bien mantenida, se perfila el personaje de Neville con claridad y acojona en pasajes como el primer encuentro con los vampiros. Esa escena en el edificio oscuro en busca del perro recuerda a REC, pero mucho más terrorífica.

Maldito correo comercial, cada vez más violentos llamando a la puerta.

El mensaje en la botella. Me llamo Robert Neville...

Will Smith. Que pese a quien le pese, es un tipo que no solo me cae bien sino que me gusta como actor. Aquí es capaz de aguantar el tipo en la parte del metraje en la que aparece solo. Quizá su papel recuerda demasiado al de Yo, Robot (quizá no, quizá con el tiempo no sabré distinguir un film del otro, y mezclaré un Nueva York devastado por vampiros robotizados que visten Nike y conducen Audis mientras se conectan con el Apple), pero su trabajo se sustenta tanto en el carisma como en la interpretación, y en Soy Leyenda cumple de sobras.

La relación con Sam. Que es una perra mucho más humana que el señor Wilson (recordad aquella pelota con ojas de palmera como pelos), y que humaniza el primer tramo del film, incluyendo escenas como la del baño con música de Bob Marley o el ataque de los perros vampiro.


Y en el apartado de cosas que no sé si me han gustado o no: ¿Por qué los vampiros a veces son mortalmente silenciosos y a veces parecen ratas chillando en un microondas?


Tambien es posible que mi opinión se vea influenciada por el ambiente próximo a la misantropía que despedía la sala de cine. Eruptos con olorcillo a chorizo, palomitas extracrujientes, audiocomentarios simultáneos de tres o cuatro personas en cada escena, pataditas en el respaldo, politonos de teléfono móbil, meneo de cubitos y sorber de pajitas, entre otras lindezas, fueron los responsables que me pasara toda la proyección dudando si el virus que ha convertido la población mundial en bestias de encefalograma plano que berrean y se mueven en manada no se había extendido ya.

sábado, diciembre 08, 2007

Amy Winehouse, nuestra musa

Amy Winehouse lleva a la práctica la guía del buen zombie. A saber:

Infancia traumática de niña solitaria por fea feísima, de las que los lobos hacen fuego en el bosque para que no se acerque.Cara de loca, de las que no te puedes fiar porque te clavan el cuchillo en la entrepierna si les pides la sal.

Comportamiento agresivo y/o desconcertante.

Delgadez extrema, con andares Harryhausen.

Carencia de cuidado dental, presta a comer carne humana.

Facilidad para apuntar a la cabeza.

Sí, Amy Winehouse es nuestra Niña Medeiros.

viernes, noviembre 30, 2007

REC, de Jaume Balagueró y Paco Plaza

REC

Sesión matinal, bastante llena, el mediodía de un sábado. En mi estómago un cortado y dos cruasanes. En mi bolsillo las entradas para ver la esperadísima producción sobre zombies de Balagueró y Plaza. Todo un acontecimiento.

Sin títulos de crédito, entramos a trapo en el medio televisivo: una cámara nos mostrará todo, en lo que se diría es una grabación sin editar ni montar. La cara es una reportera, el objetivo, un anodino seguimiento al turno de bomberos de la noche.

Conecto con REC al instante: su propuesta le da credibilidad a la historia. Quizá porque estamos tan acostumbrados la lenguaje de la pequeña pantalla, con la multitud de programas de conexiones en directo que han aparecido en los últimos años, no nos cuesta creernos lo que vemos. Quizá por esto damos por hecho que a lo que asistimos es real, aunque sepamos que es una película. Y ahí es donde se distinguen las grandes películas de terror: en la aportación de un elemento perturbador a un entorno realista.

Pero de golpe, algo se tuerce. En una de las escenas de introducción iniciales (que hasta el momento son soberbias, en su recreación de un mundo oculto para la mayoría de los espectadores), la presentadora juega un partido de baloncesto y el cámara lo graba en plan Valerio Lazarov. Suena la alarma, empieza el nudo del film, y los cruasanes se me suben hasta el esófago. Soy de los que si juegan más de diez minutos a la play se marea.

Resulta difícil valorar un film si tienes que apartar la mirada cada poco porque estás a punto de vomitar. La sensación desagradable se incrementa a cada escena, en cada movimiento de cámara, en cada grito. Lucho entre la curiosidad y el deseo por ver el film, y las ganas de salir a arrojar al baño del cine. Las luces estroboscópicas de las sirenas a través de la puerta decantan la balanza hacia la segunda opción, pero la historia resulta demasiado interesante y el ritmo muy alto como para abandonar la proyección. Decido aguantar, pero estoy demasiado pálido para sentir tensión o asustarme con alguno de los picos de la película. Me gusta, pero quiero que pase rápido. Soy capaz de ver un crescendo en la narración, un juego de plataformas que solo puede acabar con un monstruo de final de pantalla, pero ahora mismo daría lo que fuera por guardar la partida y continuarla otro día.



En su día vi El proyecto de La Bruja de Blair, y me ocurrió lo mismo. Solo que en aquella ocasión solo salvaba el final del film, en ese caserón deshabitado en medio del bosque, porque el resto era material mediocre filmado por enfermos de parkinson en estado avanzado. Ahora es diferente, aunque mi estómago proteste.

Así que cuando salgo del cine, liberado, con un frío relajante en la calle, tengo la sensación que REC puede estar muy muy bien. Que es una gran película de terror y de los mejorcito que se ha hecho en este país. Que lástima lo de la cámara y que seguramente con una biodramina eso no pasa.

PAUSE

REC


Día del espectador a media tarde, la sala a rebosar de imbéciles que no solo no han visto en su vida una peli de zombiesen su vida , sino que consideran que La noche de los muertos vivientes es un truño porque es en blanco y negro y no hay carreras. Masco una biodramina. En mi cabeza, un montón de comentarios elogiosos que me impulsan a volver a verla. Hoy voy a disfrutar.

¿Alguien vería un reportaje de España Directo por segunda vez? Lo que antes me había parecido una introducción sensacional, ahora me aburre. Es una excusa argumental para presentar un estilo narrativo y poco más: el personaje principal, interpretado por Manuela Velasco, solo es una espectadora, no una actora. Y seguirá así durante el resto del metraje. Sin ella, solo con el cámara, el verdadero transmisor, la película hubiera sido exactamente la misma. Su trabajo es impecable, y se merece todos los premios que le puedan dar, porque resulta morbosamente bella en los momentos más terribles, y creíble en los puntos álgidos de tensión. Pero no deja de ser una invitada más al pasaje del terror que es REC, junto al resto de la sala.

REC dedica una primera hora excesiva a presentaciones innecesarias. Con apenas un par de escenas de tensión resueltas de forma magnífica (el pasillo con la vieja loca al fondo es la pesadilla de cualquiera), nos encontramos ante una película a la que le cuesta arrancar lo suyo. No es de recibo que se produzcan carcajadas en el cine con las entrevistas a los vecinos, ni que se escuchen en voz alta comentarios jocosos sobre sus enfrentamientos unos con otros. Hay algo ahí que no funciona, porque la situación ya está introducida (el contacto con los infectados y sus consecuencias en un grupo cerrado), y eso rompe el clima de suspense en favor del chascarrillo. A su favor hay que decir que los actores están fabulosos, y cumplen de sobras con su cometido, en un alarde de naturalidad impropio de la mayoría de películas que se basan en ella (y me refiero a esos pestiños sobre gente aburrida que no hace nada en películas en las que nunca pasa nada). Pero rompen la atmósfera de terror. Y en realidad tanta presentación no viene a cuento de mucho, porque su papel posterior es el reservado a... bueno, es una peli de zombies, ya sabeis qué va a pasar.

Y ahí reside quizá uno de los principales defectos de REC (solo salvado por el último tercio del film). Se le ven las costuras. Se le notan los trucos. Se ve venir de una hora lejos qué va a pasar en cada momento, quien va a hacer qué, y cuando lo va a hacer. Y en un segundo visionado esta sensación queda fijada y deja un regusto amargo. No hay un solo instante de tensión o miedo ahora: el film se vuelve mecánico, sin una nueva relectura, solo una carretera por la que ya hemos circulado mil veces y que sabemos que tiene esa curva tan cerrada donde se mataron unos motoristas el año pasado.

Esa primera hora es una decepción. Tiene todos los códigos para entrar en el club de zombies (en su vertiente enjutomojamutesca: no son zombies, son infectaos). Grupo reducido de personas encerrados en un recinto de donde no se puede salir, amenazados por gente que hasta hace nada eran sus congéneres y que ahora solo desean comérselos. Se salpimenta un poco con médicos paramilitares de acento extrangero y se rocía con un chorrito de amor materno-filial. Por cierto, cualquiera que conozca un poco la filmografía de Jaume Balagueró solo puede pensar una cosa en el momento en que la niña aparece por primera vez, con los labios cortados y la piel paliducha.



No se puede decir, pero, que REC sea una peliculilla filmada así como así. Se nota una planificación encomiable, que queda demostrada en ese crescendo narrativo comentado anteriormente, y que se plasma en la pantalla en el uso de las luces. Empieza con la iluminación nocturna propia de un cuartel de bomberos o una escalera de vecinos, que ocupa toda la pantalla, y a medida que avanza la acción se produce un efecto túnel, y la luz se va estrechando. Como por un embudo, la pantalla va perdiendo sus costados, volviendo la película cada vez más claustrofóbica. La oscuridad se va adueñando de la historia (otro rasgo de Balagueró, mucho mejor usado aquí que en Darkness), comiéndose el escenario poco a poco, y centrándola casi exclusivamente en la protagonista sola, a merced de un mundo invisible. Las luces de la escalera que se encienden y apagan, los contraluces de los balcones, las linternas, la antorcha y finalmente, los infrarojos, ayudan a esa sensación de opresión. Los silencios del micrófono, las distorsiones y las pequeñas averías de la cámara son la banda sonora perfecta de un film que, como Los pájaros de Hitchcok, no tiene más banda sonora que los sonidos causados por la amenaza.

El tramo final, ese ascenso a los infiernos, redime cualquier defecto posterior del film. Es lo que esperábamos ver. Zombies con la boca llena de sangre luchando por comerse a los vivos. Y punto. Zombies apareciendo en cualquier esquina (aunque sabes que van a estar allí), y mucha violencia sin cortes. Brillante. Y un plano para el recuerdo. Si en el inicio se hacía un picado por el hueco de la escalera para ver a los vecinos juntitos en la planta baja mirando hacia arriba, indefensos, ahora se produce el mismo encuadre... en circunstancias bien distintas.

Creo que la parte final se debe a Paco Plaza. No sé por qué, pero me da esa impresión. Casi como una historia aparte, un punto y seguido, esa pequeña isla de fantasía religiosa y apocalíptica se le adjudico al valenciano. El setpiece de la Niña Medeiros es de lo mejor que se ha filmado en cine fantástico en los últimos años. Tanto conceptualmente, como artísticamente, el personaje de la niña portuguesa sube de golpe al Olimpo de nuestros monstruos favoritos, junto a Leatherface, Michael Meyers o la cosa en La cosa. Con unos recursos visuales similares al último tramo de la gran 28 semanas después, de Fresnadillo.
Y un final como se merece, por fin.

PAUSE

REC


¿Qué sensaciones deja REC? ¿Es una película sobrevalorada o un clásico del terror contemporáneo? ¿Será hoy alabada y de aquí un año olvidada como un bluff, o perdurará en el imaginario colectivo?
Es difícil responder a estas preguntas. Creo que REC es una buena película de terror, algo mecánica en su concepción a pesar de tener una apariencia tan anárquica, por encima de la media del cine que se hace en este país, atrevida y agradecida, pero que le faltan un par de peldaños para ser la obra maestra que nunca ha pretendido ser; maniatada por su principal reclamo, el realismo de una cámara de video, en el que se enmarca toda una corriente de películas que usan este recurso con suerte dispar (Redacted, Diary of the Dead, The Poughkeepsie tapes...)


Aunque, a decir verdad, salen zombies en el centro de Barcelona, y eso ya es suficiente para pagar el precio de la entrada.

STOP

jueves, noviembre 22, 2007

World War Z, de Max Brooks

Los que amamos el género de los muertos vivientes, y nos sorprendimos con el soberbio The Zombie Survival Guide de Max Brooks, ansiábamos la nueva obra del hijo de Mel Brooks. La guía de supervivencia era un manual perfecto escrito desde el rigor, tan completo como verosímil, que podría ser útil el día que los muertos no quepan en el infierno y anden sobre la tierra.

El año pasado me llegó vía Amazon el World War Z, quizás el libro definitivo sobre el tema.

WWZ es un reportaje de Max Brooks en torno a un mundo devastado por diez años de guerra contra los zombies. El investigador ha recibido el encargo de la ONU de evaluar las causas, el desarrollo y las consecuencias del conflicto, a todos los niveles: militar, social, económico, político, humano ... Por eso recurre a entrevistas a todo tipo de personajes, que la ONU desestima para su informe y que Max Brooks compila para este libro: An oral history of the zombie war.

WWZ se estructura en el antes, el durante y el después, fijando la mirada tanto en los Estados Unidos como en el resto del planeta, analizando cómo se llegó la situación de "The Great Panic" y cuánto tardó la humanidad en plantar cara a "The Walking Plague". Entrevista a pilotos de avión, soldados de infantería, amas de casa, héroes involuntarios, capitanes de barco, japoneses hikikomori (esos que no salen nunca de su habitación), activistas del apartheid, médicos, turistas sexuales, miembros de la resistencia francesa exiliados en el Quebec, tripulación de submarinos, etc ... Cada entrevistado tiene un vocabulario propio y una forma de hablar personal, con dejes y palabras propias de su ámbito profesional o biográfico, con una personalidad propia y una definición impecable. Es tan grande el mosaico, tan amplio y diáfano, que WWZ nos da una visión hiperrealista del postapocalipsis.




La explicación del origen del brote de virus que convierte los cadáveres en muertos vivientes (en un apacible lago de la China donde vive una pequeña comunidad rural), y de su difusión (el trasplante ilegal de órganos por todo el mundo, de cadáveres de presos ejecutados en ... China), viene acompañada de la serie de historias más escalofriantes, humanas, emocionantes y tristes que he leído nunca sobre los zombies.



Hay auténticas maravillas. La historia del gran pánico en la India, con miles de personas intentando huir de noche embarcándose en barcos que también transportan infestados, es acojonante. La de la comunidad residencial yankee que ve aparecer toda una legión de merodeadores por la colina, y que acaba barriendo todo signo de vida casa por casa pone los pelos de punta. La batalla de Nueva York es aterradora. El cierre que hace Israel de fronteras, al ser los primeros en reaccionar (recordemos que Brooks es judío) y el uso de perros e hilados y campos de cuarentena en Tierra Santa tiene notables connotaciones políticas. Cómo lo tiene el colocar en Cuba como la gran potencia económica mundial de posguerra, gracias al aislamiento a que estaba sometida, incluso después de la muerte de Fidel. O el uso del cine propagandístico para evitar el altísimo índice de suicidios durante la guerra. O la constitución de Rusia en un país iluminado por Dios con profetas líderes sin escrúpulos para ejecutar humanos a diestro y siniestro. O el líder del apartheid sudafricano, recluido en un centro psiquiátrico de alta seguridad, creador del Plan Redeker, que significó el punto de inflexión en la guerra: la ironía de un plan racista ayudando a la humanidad.



Muchas y muchas historias, que se pueden ir probando con calma, como micro-relatos, cuentos o novelas breves independientes, imprescindibles.

domingo, noviembre 11, 2007

Llevarse el secreto a la tumba

Los zombies saben cosas. Solo hay que saber preguntarlas. Vestirse como una de las hermanas Izquierdo de Puerto Urraco y ponerse un trapo negro delante de la cara, bajo el sombrero mejicano, les hará tanta gracia que no callarán.

Ojo peligro a las zapatillas deportivas del hombre lobo, que anda algo escocío.

sábado, octubre 27, 2007

Zombie Survival Society


El blog no está muerto (atención al brillante uso de la ironía), pero se actualiza poco, muy poco, porque ya se sabe que los buenos zombies van despacito.
Mientras, podeis ir visitando otros sitios tan apetecibles como la Zombie Survival Society o el Zombieblogia.

sábado, agosto 18, 2007

El avión de los muertos vivientes


El presidente de Afganistán y el doble demacrado de Al de Matrimonio con hijos son dos doctores que transportan un cargamento peligroso fuera de Estados Unidos en el vuelo Concord 239. Ojo, el avión no es un Concord, sino un mamotreto inmenso que está atravesando por serias turbulencias en su vuelo transatlántico.

Por fortuna, el piloto es un viejales que está a los mandos de su último vuelo, y el copiloto es un tío que solo tiene ojos para las azafatas. Y no es para culparle: estas son una rubia que se ve que morirá pronto, una Courteney Cox* de saldo y una negrita que recuerda a la de Salvados por la campana. Las azafatas (o auxiliares de vuelo, a elegir) se pasean arriba y abajo por esa especie de guardería volante que es el avión, meneando el culo y poniendo nerviosos a los pasajeros.

Y qué pasajeros. Tenemos 40 minutos de presentación de personajes, a cual menos interesante, y que se concentrarían en:

  • El Tiger Woods gordo y simpático con esposa borde, que no acepta su fama. Va todo el rato con un palo de golf en la mano, al que saca lustro, para que sepamos siempre que es golfista. Tiene cara de mártir.
  • El Samuel L. Jackson blanco, o sea, Samuel L. Blanco. Sabemos que es él porque es un marshall del aire que se mueve con chulería, viste gorra tipo kangoo, tiene cara de pan de payés y ropa estrechita en cuerpo morcillón. Tiene los ojos demasiado pequeños como para confiar en él.
  • El federal que transporta un delincuente a Francia. El agente que viste y peina clasicón, que no podia faltar en esta película, y que tiene pinta de estrella retirada aunque nunca ha sido estrella.
  • El prisionero, que es un pavo majete que solo está detenido por estafar a la mafia rusa y estrellar un jet. Ahora ya sabemos quien pilotará cuando todo esté negro.
  • Las dos parejas de estudiantes que se meten los cuernos entre ellos, y que sirven como excusa para tener sexo en el baño del avión (¡aunque no se ve nada!¡mojigatos!). Uno de ellos es el actor Bruno Oro, famoso por imitar a la perfección a Ángel Acebes, lo que hace más inquietante el vuelo.
  • Un chino con esmóquing que no se mueve de la silla en toda la película.
  • Una monja que reza mucho.

La cosa es que el cargamento, vigilado por un hombre dentro de un traje protector contra armas biológicas, se desengancha y cede, se abre y de él aparece una mujer con una migraña enorme. Esta es la esposa de Al de Matrimonio con hijos, que por lo visto fue expuesta a un virus que destruye las células y las resucita. El vigilante no se lo piensa dos veces y la acribilla con su ametralladora, a lo que ella reacciona de muy mala manera transformándose en un ser ávido de carne que chilla y se no se limpia la boca después de comer.



Con los disparos se ha jodido el aparato eléctrico del avión, un cuadro de mandos igualico que el tenía mi abuela en su casa, y los pilotos pierden el contacto con la torre de control y unos cuantos botones luminosos. El copiloto joven, que para eso es el nuevo, tiene que ir a la bodega a comprobar qué ha pasado. Ya están avisados que lo que llevaban en la frigonevera que echaba humo amarillo no era muy bueno, así que va acojonado. Y no es para menos, porque se encuentra a los dos zombies cachondos que le persiguen para comérserlo. Se puede escapar, pero a los muertos vivientes (que mas bien parecen infectados con el virus de 28 semanas después, pero bueno) les ha entrado hambre y aprovechan unas turbulencias del copón para escaparse por el avión.

Y ahí se demuestra que las compañías punteras como el Concord (que no es un Concord) son iguales que las de bajo coste, porque da penita ver lo birrioso que es el trasto por dentro. Los zombies pueden atravesar con sus manos el suelo que separa los asientos de la bodega, para coger a las víctimas, arrastrarlas a las profundidades y zampárselas hasta que se convierten en zombies a su vez. Debe ser que tienen rayos X en los ojos, porque siempre saben cuando alguien está detrás de una puerta, un espejo o una pared para aparecer certeramente y engullirlo.




La parte distraída viene ahora, cuando quien más quien menos es destripado de forma totalmente amateur y cutre, con higadillos muy muy rojos y poco desmembramiento porque no hay presupuesto para cachos de cadáveres. Loz zombies corren, chillan, saltan (en plan Matrix) y tienen los ojos amarillos. Y lo que es peor, se les puede matar de todas formas, no hace falta apuntar a la cabeza. De hecho, con un sopapo via extintor ya es suficiente para noquear alguno. Que luego otros (como el presidente de Afganistán) pierdan las piernas y anden con las manos como si tal cosa es solo un detalle al que no hace falta prestar mucha atención.

Tan descerebrados como los zombies son los supervivientes que van quedando por el camino, y que son el federal, el prisionero, Courteney Cox* y Samuel L. Blanco; porque se dedican a hacer estallar bombas caseras en el interior del avión, a ametrellear zombies desde la cabina o disparar pistolas a mansalva. De hecho, el bueno de Tiger y la zorra de su mujer se cargan unos cuantos zombies cuando, acorralados contra la salida de emergencia, y con una mordedura del quince en las carnes, abren esta y despresurizan la cabina. Los muertos vivientes salen volando literalmente por lo cielos, y el chinarro de esmóquing (en su silla, atrapado) cae sobre un F18 y se zampa al piloto. Ahí es ná.

Y es que el presidente de los USA había ordenado que abatieran el avión porque los doctores eran dos prófugos cabrones que han liado una que era de esperar. Pero al final no disparan al Concord porque a)el presidiario lo pilot y b)el aviador del F18 ha sido devorado por un zombie.



Cuando el presidiario majete y que no era tan malo aterriza el avión que iba hacia París... lo hace en los Monegros. Los pocos supervivientes salen en plan de la que nos hemos salvado, y detrás suyo unos cuantos zombies empiezan su andanza por tierras aragonesas, lo que no presagia nada bueno para la próxima Expo de Zaragoza.

Qué mala es Plane Dead o, como la han rebautizado, Flight of the Living Dead, y casi no tiene ni gracia.

viernes, junio 15, 2007

jueves, mayo 17, 2007

Lifeless

La primera serie de zombies llegará pronto a las pantallas. Se encuentra ya en la post-producción de los 3 primeros capítulos. La esperamos.

sábado, mayo 05, 2007

Ha empezado.

Ya ha empezado la invasión zombie. Unas cámaras han captado el ataque a un soldado ruso que no acabó como se esperaría (como se esperaría él, no los demás).

Military Camera Footage Check out this chopper footage. I can`t tell if this is real or not. Warning: violence.

lunes, abril 30, 2007

28 jornadas después


El mensaje está claro: llevar una camiseta del Real Madrid solo puede desatar el apocalipsis. Afortunadamente, esta vez parece haber más zombies que en la primera parte, y corren más que muchos jugadores de futbol... Fresnadillo promete.

sábado, enero 27, 2007

Una zombie candidata al Oscar


«Estoy ilusionada, como una zombi, pero triste y sorprendida por Pedro», declaró Penélope Cruz ante su candidatura a la estatuilla sin rabo.

miércoles, enero 03, 2007

¿Qué sería de todo esto sin él?

Los zombies son lo que son hoy en día gracias en gran parte al maestro Romero. ¿Pero qué hubiera pasado si detrás de todo no hubiera estado el grande, el magnífico, el genio de los higadillos? Efectivamente, me estoy refiriendo a Tom Savini.



Película en la que mete la zarpa, película que te espera con un festival de sangre y vísceras de tomo y lomo. Y no es que estén mal hechos precisamente. Su imagen va ya tan asociada al zombie moderno como la del propio carnicero de Pittsburgh. De hecho, ambos se conocieron durante la secundaria, y sólo la guerra impidió a Savini participar en La noche de los muertos vivientes, aunque sí lo hizo en sus dos continuaciones. Savini ya forma parte de las películas de zombies, y es raro no verlo realizando algún cameo en todas las que se estrenan en la gran pantalla (o en la pequeña). Sólo hay que mirar sus participaciones, donde casi todas son de zombies, de terror o dirigidas por Romero. ¿Y qué me decís del inolvidable Sex Machine?
Un tandem de lujo que realizó un remaje de La noche de los muertos vivientes más que aceptable, y que no me importaría en absoluto verlo repetido.